Nevere

Bueno, la verdad es que nací en España, pero nunca me he sentido agusto aquí; no por la gente, sé que idiotas hay en todas partes, pero hay algo en el país que me ha dado todo hasta ahora que no me hace pensar en él como en casa. Hace tiempo que me avergüenzo de mi nacionalidad, me avergüenzo de la imagen que se tiene fuera de España; el prostíbulo de Europa. No me echo la siesta por las tardes, no me gusta el tintorro peleón ni ir de pinchos y tapas con los amigos; me gusta el metal, el frío, el invierno, los parajes verdes (de lo cual hay más bien poco donde yo vivo...) y los bosques espesos. Lo único de mi país por lo que me siento quizás un poco patriota (un patriotismo muy entre comillas, sea dicho) es por mi amado castellano, el cual comparto con tan maravillosos escritores y pensadores a los que tengo por maestros. Adoro leer y aprender y esto aquí en España no se estila. Siempre he sido marginada por mis iguales a causa de esto, y quizás esté ahí el germen de mi rechazo a España. Finlandia, por otra parte, parece todo lo que busco. Un país frío y poco poblado. Con expesos bosques y millares de lagos repartidos a lo largo y ancho de la meseta de Finlandia. Creo que allí podría alcanzar todas esas cosas con las que siempre he soñado y las cuales mi país natal ha sido incapaz de darme. Ya sin hablar de qué es mejor o peor. Jamás he estado allí, y aunque me he sumergido en infinidad de lecturas sobre el lugar, sé que la vida está, por desgracia o no, bastante alejada de los libros. Tengo la sensación de que una breve estancia allí sería bastante enriquecedora. Ya sea porque descubra que es cierto que en el fondo de mi corazón no soy española, o bien porque ya después de haber probado el sabor del aire fuera de la península aprenda a valorar mi propio país; sé que solo respiraré tranquila una vez me haya aventurado y camine sobre aquellas tierras.