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Laura Álamo, psicóloga especializada en el acompañamiento psicológico a personas migrantes

Laura Álamo
Laura Álamo
Escrito porJavier Olivas Alguacilel 18 Marzo 2025

El síndrome de Ulises y el islamiento en el extranjero, la expatriacion y sus retos desde una perspectiva de género, vivir la maternidad en el extranjero o el reto conyugal en una cultura extraña, son algunos de los temas sobre los que hemos hablado con Laura, psicóloga especialidad en migraciones y expatriación. 

Laura Álamo, Psicóloga General Sanitaria. Experta en Psicología de la intervención Social con mención intervención con personas migrantes y refugiadas por el Consejo General de la Psicología de España. Con más de veinte años de experiencia en el acompañamiento psicológico a personas que emigran en diferentes contextos y proyectos migratorios ( refugiados, menores no acompañados, expat…) en España y en el extranjero. Desde los últimos cuatro años, presta atención psicológica a españoles e hispanohablantes expatriados.

En 2007, un poco antes de la crisis económica que sacudió a España, decide irse por un año a vivir a Chile. Acabaron siendo casi ocho. Después de haber trabajado con  diferentes instituciones públicas y privadas en el acompañamiento a personas migradas en su proceso de adaptación a Barcelona, experimenta en primera persona lo que durante tanto tiempo había escuchado en el relato de las personas que acompañaba : soledad, tristeza, sentimiento de pérdidas y ciertas dificultades de adaptación. En 2013 se convierte en madre y durante casi año y medio experimenta los retos de vivir una primera maternidad en el extranjero. Regresa a su tierra natal en el 2014. Su propio proceso migratorio le ayuda enormemente  a entender aún más lo que le sucede psicológicamente a una persona cuando emigra y le anima a continuar trabajando en el acompañamiento psicológico a personas que emigran por voluntad propia o empujadas a ello.

Emigrar es uno de los acontecimientos más estresantes que le puede suceder a una persona y que en muchas ocasiones puede llegar a superar con creces la capacidad que pueda tener la persona para superarlo y sobreponerse. Evidentemente no es lo mismo emigrar huyendo de una guerra o siendo un niño sin ir acompañado de un adulto en una patera que hacerlo como profesional cualificado a estudiar una especialización o a trabajar en una empresa multinacional. Sin embargo, en mis años de trabajo acompañando psicológicamente a personas que han emigrado de sus países por motivos distintos, todos ellos experimentan  ciertos grados de ansiedad, estrés, aislamiento y duelos en mayor o menor grado.

En el caso de personas expatriadas, las situaciones habituales que  escucho en consulta que mis pacientes describen como motivo de estrés o ansiedad suelen ir asociados a las dificultades de adaptación cultural, idiomática y a las múltiples vivencias de pérdidas, sobre todo la pérdida del contacto con familiares y amigos. Para algunas personas se les hace tan complejo lidiar con las pérdidas que viven en una fantasía perpetua con la idea del regreso (aunque no la acaben llevando a cabo) o realizan visitas muy frecuentes a su tierra natal para aliviar la ansiedad de la separación.

Por otro lado, pueden darse otras situaciones que generen estrés y ansiedad como por ejemplo entender y adaptarse a un sistema burocrático y social diferentes, a una cultura empresarial distinta a la conocida o incluso cosas tan sencillas como ir a hacer la compra al supermercado puede suponer un motivo de estrés si no dominamos el idioma. 

¿Cuáles son los principales retos psicológicos que tiene que enfrentar una persona cuando vive en el extranjero? 

Los retos psicológicos que enfrenta una persona cuando vive en el extranjero son innumerables. Podríamos considerarlo como una carrera de fondo donde la persona tendrá que superar muchos obstáculos a diferentes niveles, sobre todo en los primeros meses de su llegada, y en muchos casos al mismo tiempo: burocráticos, psicológicos, económicos o laborales e incluso de readaptación de dinámicas familiares si se desplaza con familia, entre otros. Antes estas múltiples situaciones, la personas que emigran puede sentirse solas, tristes, con sentimiento de culpa por haberse ido de su país pero a la vez contentas de haberlo conseguido. Todo ello puede acontecer de manera simultánea mientras la persona puede comenzar a sentir múltiples duelos por las pérdidas que ha dejado atrás ( su idioma, contacto con la tierra natal, familia y amigos, estatus social…) mientras que se puede exigir -o verse exigida - a adaptarse rápidamente al nuevo país de acogida, asumiendo todos o algunos de los retos antes descritos.

Todo lo descrito se conoce como “El Síndrome de Ulises o síndrome del emigrante”, concepto acuñado por el Dr. Atxotegui  en el 2002. Atxotegui - con quien tuve la suerte de formarme- describió así a este cuadro psicológico de estrés crónico y múltiple junto a un duelo migratorio extremo,( no un trastorno mental ), que aparece en los inmigrantes que viven situaciones muy adversas, y que yo añadiría , no únicamente en estos casos. En el caso de las personas expatriadas, aparece en mayor o menor medida muchos de los síntomas descritos en este síndrome.

¿Y más particularmente como mujer? 

Es muy interesante esta pregunta ya que si hay una diferencia en cómo puede afectar un proceso migratorio en los hombres que en las mujeres. Si bien a todos nos puede afectar psicológicamente mudarnos de nuestro país para instalarnos en otro, hay elementos específicos en el ámbito psicológico que afectan más a las mujeres que a los hombres como por ejemplo, la decisión de ser madre cuando vivimos en el extranjero. En consulta, atiendo diariamente  a  mujeres que o bien se están planteando ser madres por primera vez y no son capaces de llevar a cabo el proyecto de la maternidad porque sienten mucha angustia en tomar la decisión de en qué país sería mejor hacerlo, en el propio o en el que se encuentran expatriadas. Sufren tanto en tratar de encontrar cuál sería el mejor lugar para traer a su hijo/a a la vida y valoran tanto pros y contras de hacerlo en un lugar u otro, sumado a que en muchos estas mujeres rondan una edad que sienten una presión añadida a tener que tomar la decisión en un breve tiempo , que en muchas ocasiones, no pueden tomar la decisión por no saber cuál es la correcta, procrastinando la decisión y llegando en conjunto a presentar altos niveles de ansiedad y estrés. En otros casos, cuando las mujeres ya han tenido sus hijos en el extranjero, se les presenta la duda de dónde quieren que sus hijos se críen teniendo en cuenta sus propios valores sociales y culturales. Si estos no están alineados con los del país en el que viven y/o son muy distantes, aparece el malestar psicológico y les vuelve la idea de regresar a su país pero consideran que no pueden hacerlo porque hay otros factores como tener un buen trabajo con proyección profesional en el país que se encuentran que les impide ver con claridad qué hacer. La falta de red de apoyo en la crianza en cualquiera de sus casos puede aumentar la sensación de soledad y vulnerabilidad en la mujer que puede agravar el malestar emocional de la mujer.

Otro tema particularmente interesante desde una perspectiva de género y de cuidados es la presión y culpa que sienten muchas mujeres que viven expatriadas y sin interés particular en regresar a su país en hacerlo empujadas por el sentimiento de culpa que pueden sentir por vivir tan lejos de sus padres si estos se hacen mayores o están enfermos y no están cerca para cuidarlos. Este es un tema que particularmente he escuchado más en relatos de pacientes mujeres que en la de hombres. No quiero decir por ello que a los hombres que vivan fuera no les suceda esto, seguro que si, no obstante, creo que socialmente hay un tema de los cuidados que ha sido otorgado a las mujeres de forma principal, aunque poco a poco esto vaya cambiando. La feminización de los cuidados es un fenómeno social casi universal y ampliamente estudiado. Cuando viví en Chile, me interesó mucho el trabajo grupal con mujeres procedentes de Perú y Bolívia que llegaban a la capital de Chile para trabajar como “nanas” ( asistentes del hogar y cuidado de niños ) que desarrollaban los cuidados de los hijos de mujeres autóctonas mientras estas trabajaban y con el dinero que ganaban en este trabajo lo enviaban en remesas para pagar a mujeres ( en su mayoría abuelas o tías ) que cuidaban a sus propios hijos en su país de origen ya que ellas no estaban para ejercer de madres de forma presencial. A esta forma de ejercer como madres de forma telemática se le conoce como “Maternidad Transnacional”. En aquellos grupos hablamos de cómo la migración afecta de forma especial a las mujeres, sobre todo cuando somos madres.

Has sido madre en el extrajero, ¿qué situaciones te resultaron más complicadas de gestionar? 

Pues fueron muchas ! Des de tomar la decisión de en qué país deseaba llevar a cabo mi embarazo y parto hasta el cuidado de mi hijo en su primer año de vida con escasa red de apoyo. Me ayudó mucho a situarme haber trabajado con muchas mujeres migrantes. Muchas de ellas fueron para mi un gran ejemplo a seguir y pude descubrir que a pesar de que la maternidad puede situarte en un momento de vulnerabilidad psicológica, también puede conectar con la idea de fortaleza mental y recursos psicológicos que una mujer embarazada y primeriza puede tener a pesar las dificultades. Mi embarazo fue bueno hasta casi el séptimo mes. Trabajé hasta entonces. Después de eso sufrí riesgo de parto prematuro y tuve que guardar reposo en cama hasta prácticamente el final del embarazo. Fueron meses muy difíciles. No tenía familia aunque sí buenos amigos/as y contaba con mi pareja pero a pesar de eso, los sentimientos de soledad y aislamiento se agudizaron. Finalmente di a luz a un bebé precioso y pensé que todo lo malo vivido había quedado atrás pero luego vino la crianza en soledad durante un año. Criar implica tribu y yo no la tenía, al menos no para criar.Mis padres pudieron estar las primeras semanas. Fueron un gran apoyo. Una vuelta a las raíces, a casa, a las comidas de mi madre… pero cuando se fueron fue terrible para mi. Mi pareja se iba a trabajar por la mañana y no volvía hasta la noche. Yo me pasaba días enteros sin ver a nadie y estar a cargo del cuidado absoluto de un bebé como madre primeriza. Recuerdo poder tomar una ducha breve mientras mis padres por videollamada me miraban a mi hijo en su parque y me llamaban si el niño lloraba o se incomodaba para que fuera a recogerlo. Fueron meses muy duros.  Practicar yoga, preparar clases para mis alumnos de la universidad y algunos vínculos me ayudaron intensamente (especiales gracias Rocío y Arancha ) y por supuesto el amor de mi hijo y la contención emocional de mi pareja. Fueron fundamentales.

La maternidad en el extranjero puede llegar a tener las mismas complicaciones que ser madre en casa pero intensificadas por la falta de red de apoyo, la soledad, la falta de tiempo para el descanso y el cuidado de la propia madre… Esta fue mi experiencia. No obstante, seguro hay madres que viven su experiencia de madre en el extranjero y no se sienten identificadas con esto. Tantas experiencias pueden darse. No hay una única manera de vivir la maternidad y todas pueden ser válidas.

Alejarnos de nuestros familiares o amigos supone una pérdida de referentes muy importante, ¿en qué medida nos puede afectar? 

Yo diría que uno de los duelos más complejos de afrontar en la mayoría de los casos. Si dejamos atrás vínculos familiares y/o de amistad sanos y fuertes, el sentimiento de pérdida, melancolía y ciertas tristeza durante los primeros meses de la partida diríamos que están casi asegurados su presencia y por otro lado hasta podríamos pensar que sería natural que sucediera. Ahora bien, si pasan muchos meses ( más de 6 ) que nos sentimos de la misma forma o intensidad que los primeros meses de la llegada ( frecuente llanto, decaimiento, necesidad de estar en contacto diariamente y persistentemente con determinados familiares y amigos telemáticamente ) y además se dan comportamientos que nos impiden desarrollar actividades de contacto social en el país actual ( declinar invitaciones a planes de nuevas amistades u otros por hacer una videollamada con un amigo de infancia …) o actividades de rutinas cotidianas ( ir a comprar, salir a caminar el fin de semana, salir a conocer la ciudad …) y todo esto se convierte en una rutina habitual en nuestro tiempo libre deberíamos empezar a pensar que estamos teniendo ciertas dificultades para elaborar el duelo por ciertas pérdidas y, además de que esto no sumaría a nuestra salud mental, no nos estaría ayudando en nuestro proceso de adaptación. 

Por otro lado, hay casos y casos. En algunos casos, si las relaciones familiares no eran del todo positivas para el que emigra, “poner tierra por medio” puede no ser vivido como una pérdida importante si no como una oportunidad que nos puede traer cierto alivio emocional.

Un síndrome muy común es el aislamiento o la alienación, ya sea por la barrera lingüística o cultural, o por falta de personas con las que establecer vínculos. Por tu experiencia, ¿cuán frecuente es esta situación? ¿Qué tipo de herramientas podemos disponer para atenuar esta situación? 

Esta situación es muy frecuente. Podemos tener una situación excepcional en el país al que emigramos ( buen trabajo, buen sueldo, vivir en un buen barrio …) y sin embargo sentirnos solos/as, aislados/as, con dificultad de establecer vínculos suficientemente nutritivos para nosotros por las dificultades idiomáticas o bien las diferencias culturales. Esto nos puede llevar a sentir todavía más fuera que dentro, o sentirse “extranjero” de forma permanente. El sentimiento de ser siempre el de fuera, el extraño o extranjero es una sensación muy desagradable ya que no nos lleva a sentirnos conectados , pertenecientes al lugar a un grupo de personas y si esto sucede, ambos, soledad y aislamiento , son indicadores de que desarrollemos cierto malestar psicológico y en algunos casos, cuadros psicológicos como ansiedad depresión. 

No son pocas veces las que escucho en consulta online a pacientes que expresan sentirse solos o aislados pero al mismo tiempo darse cuenta de que viven en condiciones de privilegio. Esto no ayuda mucho, ya que la persona además de sentirse solo/a se siente culpable porque cree tener todo (o más) y aún así se siente mal. En estos casos, el sentimiento de culpabilidad puede devenir y agravar el estado emocional . 

En estos casos, yo siempre recomiendo lo mismo: Trabajar en ampliar la red de apoyo, sea con personas autóctonas o con personas de nuestra propia cultura que estén en situación de expatriados. Apuntarnos a alguna actividad cultural que nos interese o aprender el idioma lo antes posible nos ayudará en gran medida a no sentirnos aislados y/o aislarnos en situaciones sociales porque no entendemos el idioma. El objetivo siempre va a ser salir de la situación de aislamiento lo antes posible ya que no es un indicador de buen pronóstico de salud mental en ningún caso.

¿Cómo identificar que estamos en una situación de aislamiento o alienación?  

Si evitamos situaciones sociales en las que tenemos que tener contacto con personas autóctonas o no. Si nos apetecen cada vez más quedarnos en casa haciendo actividades solos/as, consumimos muchas horas en videojuegos o viendo series sin intercalar este tipo de actividades con otras que implique el contacto o intercambio con otras personas, pero creo que sobre todo, si consideramos que antes eramos una persona sociable y que disfrutamos de estar con otros e intercambiar opiniones, debatir, relacionarnos y ahora ya no noa hace ilusión, nos sentimos desmotivados y la presencia de otros me genera cierto malestar, podríamos pensar que nos estamos empezando a aislar. Por supuesto que se pueden dar momentos en la vida así. No obstante, tenemos que encuadrar estas situaciones viviendo en un país extranjero y si se da de forma cada vez más frecuente. 

¿Cuándo hacer consulta a un profesional de la Psicología, a qué debo estar atento/a?

En términos generales, yo diría que si nos sentimos identificados con algunos de los escenarios expuestos anteriormente. En términos concretos, si nos sentimos habitualmente tristes, desesperanzados/as lloramos con frecuencia, nos sentimos desmotivados en general para realizar actividades que antes eran de nuestro agrado y ya no lo son y pasamos mucho tiempo solos. Si a esto le sumamos que dormimos más de lo que solíamos hacer o por el contrario tenemos insomnio. Si comemos mucho más que antes o por el contrario no tenemos apetito. Todo esto serían indicadores de que algo no va bien del todo. 

Estos podrían ser los indicadores quizás más claros,pero podrían darse otros que quizás nos pasarán más desapercibidos, es decir, si necesitamos estar siempre rodeados de personas realizando siempre muchas actividades y cada vez que paramos nos sentimos con malestar y por tanto preferimos no parar.  Si me siento casi siempre hiperactivado/a , con ansiedad..Si estamos bebiendo alcohol más de la cuenta o incluso consumiendo algún otro tipo de sustancias. Podrían ser indicadores que aunque aparentemente creo estar bien, no sea asi del todo…

Los motivos para hacer consulta a un profesional de la Psicología suelen ser muchos y muy diversos pero si tienes la sensación de que algo no va del todo bien contigo, si te sientes extraño/a, no te reconoces, si a pesar de que aparentemente “todo va bien “ pero no te sientes feliz … suelen ser sensaciones importantes para empezar a pensar en iniciar un proceso psicológico y ver qué puede estar pasando.

Cabe añadir que, en el caso que estemos valorando iniciar un proceso de terapia con un profesional de la Psicología, es importante tener en cuenta que éste sea una persona formada específicamente en Psicología de las Migraciones y que además de tener amplia experiencia en acompañamiento de procesos psicológicos a personas que migran, en lo personal, tengan cierta experiencia en haber vivido en primera persona fuera de su país. En muchas ocasiones, si el profesional no presenta este bagaje profesional-personal, entender lo que le pasa al paciente no es fácil ya que son temas psicológicos muy específicos que sólo se pueden entender y abordar en el  marco del complejo fenómeno de la migración.

¿Y cuando se decide regresar al país de origen? 

Cuando regresamos se pueden plantear nuevos desafíos. El principal, sería “readaptarnos” a un país del que quizás nos fuimos hace mucho tiempo y en el que el funcionamiento de muchas cosas así como las personas cercanas han cambiado. Lo que se conoce como el Choque cultural inverso. 

En estos casos de regreso a casa ,no todo es tan bonito como quizás lo imaginamos y además también dejamos atrás en el país que nos acogió, muchas cosas y vínculos que también fueron importantes. Este es el “drama “ del que emigra, se sitúe donde se sitúe siempre hay algo que perder ! 

¿ Por qué y cuándo es importante el acompañamiento psicológico en casos de o retorno?

Es importante valorar realizar un proceso de acompañamiento psicológico si, pasado un tiempo del regreso ( podríamos decir a partir de los seis meses ), tenemos sentimientos ambivalentes sobre nuestra vuelta, echamos muy en falta personas o elementos adquiridos en el país en el que estuvimos ( el trabajo, estatus, la casa en la que vivíamos, los valores culturales …) si sentimos que nos cuesta “encajar” de nuevo en la propia cultura e incluso en la propia familia o amigos Nos vemos en reiteradas ocasiones fantaseando con la idea de volver al país que dejamos, y en general no nos sentimos satisfechos con nuestra decisión de volver. 

En ocasiones , sólo con algunas sesiones de terapia que nos ayuden a revisar las expectativas que teníamos al volver y ajustarlas a la realidad existente, y/o situarnos en nuestro lugar en la familia es suficiente para que la persona vuelva a reestablecer la sensación de bienestar y pueda seguir adelante con su vida. 

Volver aunque pueda ser algo deseado no siempre es fácil. Implica elaborar de nuevo un proyecto migratorio, estar atentos/as a no sucumbir a la idealización de la vuelta y a lo que allí nos vamos a encontrar así como enfrentarnos de nuevo en muchas muchas ocasiones, a patrones familiares que ya nos producen malestar antes de irnos, y que al volver, siguen ahí , a veces empeorados. 

¿ Cuáles son las emociones más frecuentemente cuando regresamos y cómo gestionarlas?

En algunos casos, puede aparecer sentimientos de arrepentimiento o culpa por haber dejado un buen trabajo o la posibilidad de desarrollar un buena trayectoria profesional, un estatus social o ofrecer una mejor educación académica a los hijos, por un trabajo no tan bien pagado y más inestable en el país de origen. Desilusión porque las expectativas de la vuelta eran muy altas y nos encontramos con dificultades que no habíamos contemplado como problemas en encontrar un trabajo , un lugar donde vivir o un buen colegio para los hijos. 

En otros casos, se dan emociones de tristeza relacionados con los duelos de las pérdidas de vínculos importantes en el país que nos acogió. Es difícil saber, pero en términos generales, en estos casos, cuando ya tomamos una decisión y volvemos, dejar los escenarios imaginarios que inician con “ y si… “ es la mejor indicación para un bienestar emocional.

Volver es una montaña rusa de emociones. Podemos sentirnos eufóricos en las primeras semanas, disfrutando de las comidas, los amigos y la familia, pero al pasar esa primera etapa y darnos cuenta que ya no venimos de visita sino para quedarnos, al inicio de los procesos de trámites como empadronarse, buscar un trabajo, etc… pueden presentarse las primeras emociones no tan agradables y con ellas los sentimientos ambivalentes y la añoranza por lo que teníamos en el país que hemos dejado. Por otro lado, tampoco sería recomendable entrar en eternos pensamientos rumiantes que comparan lo mejor de allá con lo de aquí. Las típicas frases de “ esto allí no pasaba …” no generarán más que desasosiego y dificultará hacer un buen proceso de duelo, y por tanto, de adaptación.

En lo que refiere a la vida conyugal y en el caso de que tu pareja sea del país en el que vives, ¿representa algún tipo de challenge? ¿Cómo afrontarlo? 

Este es otro escenario interesante por lo específico de los retos que plantea para muchas personas. Las parejas transculturales presentan desafíos específicos importantes a tener en cuenta pero no por ello imposibles.

Si tú pareja es del país al que te has ido a vivir, además de los retos mencionados sobre la adaptación al país de acogida y los duelos por la pérdida de lo propio, se suma  la adaptación al background cultural que él o ella tenga así como al de su núcleo familiar. Aquí podríamos hablar de cross cultural o Transcultural como conceptos para ayudarnos a entender todos los factores implicados en una relación intercultural. 

A grandes rasgos, sería interesante que tengas en cuenta que tanto tú pareja como su família tienes unos valores culturales distintos a los tuyos y tendréis que crear entre ambos un modelo de comunicación en el que se respeten y se acepten como válidos los modelos culturales de ambos según sea el caso hasta llegar a la creación de vuestro propio modelo cultural que atravesará y se nutrirá de la cultura a la que pertenecéis ambos.

En el caso de tú familia política, si mantenemos relación con algunos de sus miembros, será interesante que tengas en cuenta que tendrán sus propias dinámicas familiares  que pueden ser muy distintas a las que se dan en tú propia familia. Además, podrías  sentirte en desventaja si tú no tienes familiares cerca ni amigos, por lo que tú círculo pudiera reducirse al suyo a nivel familiar y de amigos. Es importante poder mantener una comunicación asertiva y cross cultural entre ambos,  puedas expresar tus malestares o diferencias por cómo él o ella o su familia  por pueden gestionar algunos temas o el tipo de relaciones que se establecen para poder poner  si es necesario tus propios límites y que el choque cultural entre ambos no perjudique la relación de pareja.  Es un gran desafío poder tender puentes entre ambas culturas para que ninguna se imponga y ambos os sintáis cómodos. De lo contrario, sería fácil vivir situaciones de doble choque cultural si te has ido a vivir a su país. 

Sobre

Lingüista y especialista en el tratamiento de la información, Javier es responsable de comunicación y contenidos para la comunidad hispanohablante en Expat.com

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