Cuando les explicas a tus amigos y familiares que dejas todo para buscar el trabajo de tus sueños en el extranjero, todos esperan que triunfes, y tú, el primero. ¿Pero qué pasa cuando las cosas no salen como esperabas? La psicóloga y consejera de expatriados, Gabriela Encina habla con Expat sobre el llamado síndrome de la vergüenza del expatriado.
¿En qué consiste esta vergüenza del expatriado?
La vergüenza es una emoción muy ligada al miedo, con unas dosis de culpabilidad también. Tiene que ver con una imagen negativa que construimos de nosotros mismos, como una percepción distorsionada de nuestra realidad. Puede además manifestarse con estrés, ansiedad e incluso una pulsión de huida. También puede asociarse a una incapacidad para tomar decisiones y una baja autoestima.
La analogía de "querer acurrucarse bajo las mantas y no salir nunca" es bastante acertada para describir cómo nos sentimos cuando experimentamos este tipo de vergüenza.
Este fenómeno ha sido identificado en los últimos años en algunos estudios con expatriados, la gran diferencia con la vergüenza "normal" es que la "vergüenza de los expatriados" tiene un estigma adicional. Viviendo el sueño de una vida de expatriados, donde todo debería ser brillante, emocionante y repleto de aventuras, al experimentar sentimientos que no encajan con esta imagen, como la envidia, los celos, la ansiedad o la falta de motivación, algunos expatriados experimentan vergüenza porque "no deberían sentirse así".
Además, todos los expatriados "se supone" que ya tenían un estatus en su país de origen: estabilidad financiera, reconocimiento social, carrera brillante. Cuando estos activos cambian en el extranjero, y las expectativas no coinciden con la realidad, un sentimiento reprobatorio se apodera de ellos.
¿En qué situaciones se pueden presentar estos sentimientos de frustración?
Muchos expatriados sienten vergüenza en relación con sus competencias como profesionales. Por ejemplo, muchos de mis clientes tuvieron mucho éxito en su país de origen, y esperaban conseguirlo en poco tiempo en sus nuevos destinos. Pensaban que su estatus se iba a trasladar de manera automática al extranjero con ellos. Sin embargo, en su nuevo país, la lucha por el éxito y reconocimiento es dura y el período de adaptación se prolonga siempre más de lo deseado. En este mismo sentido, son muchas las personas que experimentan vergüenza y frustración al no poder expresarse correctamente en un idioma diferente.
Otra razón común para sentir vergüenza puede ser el fracaso de una relación emocional, sobre todo si ésta fue el motivo de la expatriación. Esta situación puede resultar incompatible con la imagen social que queremos proyectar y puede llevarnos a experimentar sentimientos nada positivos hacia nosotros mismos.
¿A qué tipo de presión emocional está expuesto un expatriado?
Reconstruir nuestra identidad en el extranjero puede ser muy estresante. Los expatriados se enfrentan a desafíos únicos, desarrollan nuevas habilidades y redescubren sus recursos para hacer frente los retos de su vida en el extrajero. En este proceso, pueden llegar a sentirse más vulnerables y expuestos que de costumbre.
Otra tendencia es compararse con otros expatriados. Cuando perciben que los demás "lo están logrando" (en lo que respecta a sus carreras profesionales, finanzas o relaciones), los sentimientos de envidia y celos pueden tomar el control. Y visto que estas emociones pueden ser juzgadas como "inaceptables", les llevan a su vez a sentimientos de vergüenza y culpabilidad.
Otro factor psicológico con mucho impacto son la construcción de expectativas. Las que nos creamos nosotros mismos y las que creemos que vienen de los demás. Subrayo la palabra creemos porque a menudo pensamos que los demás tienen ciertas expectativas puestas en nosotros, pero si les preguntamos, quizás nos demos cuenta de que no es el caso.
¿A qué suelen temer más los expatriados cuando se mudan al extranjero?
La lista puede ser muy larga, y depende de la razón por la que se mudaron. Yo identificaría tres:
- Pérdida del estatus financiero y social que puede llevarlos a una cierta dependencia económica e incluso emocional
- Soledad y aislamiento. Y es que hacer nuevas amistades duraderas es más complicado cuando somos adultos. Si añadimos las barreras lingüísticas y culturales, la construcción de un círculo de amigos puede resultar una tarea aún más difícil.
- Perder la conexión emocional con la gente de su país, sus tradiciones y su cultura. Los expatriados están en una constante lucha para adaptarse a su nuevo país sin perder su identidad.
¿Cómo reconocen los expatriados esta vergüenza?
La vergüenza es una emoción muy "densa" y, por lo tanto, difícil de reconocer cuando se experimenta. La estrategia habitual para afrontarla es ignorarla.
Yo les digo a mis clientes que reconocer la vergüenza no es tan difícil:
- Sentir el impulso de esconderse o huir donde nadie pueda verte
- Experimentar un sentido de "yo no pertenezco" aquí
- Tratar de mentir u ocultar (a sí mismo y a los demás) lo que sientes
- Vulnerabilidad y percepción de que poco importa lo que podamos llegar a hacer
¿Cómo deberían lidiar con esta vergüenza los expatriados?
1. Identifica lo que estás sintiendo.
Ser capaz de ponerle un nombre a esta emoción es increíblemente poderoso. Una vez que puedes identificar ese nudo en la boca del estómago, puedes empezar a desenredarlo para liberarte. Puede llevar un tiempo, pero lo importante es estar dispuesto a aceptar todos nuestros pliegues psicológicos. El primer paso para reconocer y hacer frente a la vergüenza, es identificarla.
2. Habla de ello.
Debido a que el secreto es el principal alimento de la vergüenza, ésta no puede sobrevivir a su revelación. El segundo paso, el momento más crítico, es hablar de ello con un amigo, un miembro de la familia o un profesional.
3. Empatía y autocompasión.
La empatía acaba con la vergüenza. Imagínate que un amigo te vino con el mismo problema que tú estás experimentando. ¿Cómo le hablarías para mostrarle tu empatía? Háblate de igual manera y no seas duro contigo mismo.
Juzgarse severamente forma parte de los procesos de autocrítica, y en la mayor parte de las ocasiones los demás no son ni mucho menos tan duros con lo podemos ser nosotros. La indulgencia es clave para hacer frente a la vergüenza.
¿Qué podemos sacar de positivo de esta vergüenza?
Todas las emociones nos revelan información tremendamente relevante; no hay emociones "buenas" o "malas". La forma en que nos relacionamos con ellas y cómo nuestros pensamientos alimentan estas emociones genera resultados negativos o positivos.
La vergüenza puede ayudarnos a:
- Percibir de manera más clara las imposiciones que nos marcamos a nosotros mismos.
Puede ser una invitación para poner en cuestión las expectativas autoimpuestas y evaluar si son reales o razonables.
Normalmente asumimos lo que otros quieren/esperan de nosotros sin ni siquiera preguntarles si lo hacen. Puede ser una invitación para verificar estas falsas expectativas que creemos impuestas por los demás.
- Superar y abandonar imposiciones.
Evaluar estas exigencias también puede cambiar la percepción de su importancia y permitirnos desprendernos de ellas, ya que en la mayoría de los casos son autoimpuestas.
- Conectar con niveles de conciencia más profundos
Como dice Brené Brown (recomiendo encarecidamente su lectura), la vulnerabilidad lleva a conexiones profundas y significativas. La vulnerabilidad puede manifestarse en la vergüenza, reconocer su desencadenante, nos puede ayudar a estar más conectados con nosotros mismos.