No todos los viajes salen como planeamos, pero ¿cómo salen cuando no anticipamos casi nada? Si además en la equación entra un país tan caótico como India, los resultados son impresvisibles.
¿Hablanos sobre qué te llevó a salir de tu zona de confort y emprender un viaje a Asia?
Estaba de baja en el trabajo. Después de una serie de problemas tanto laborales como en mi vida personal, mi cuerpo dijo basta y dejó de funcionar. En realidad, lo agradezco. Tocar fondo a veces es lo único que te puede ayudar a dejar de insistir y aferrarte a algo que no es y que no funciona, y hacer el click.
Recuerdo que me pasaba los días del trabajo a casa y de casa al trabajo. Y, cuando estaba en casa, lo único que hacía era mirar el reloj para saber cuánto tiempo faltaba para sacar a los perros.
Era como una autómata, simplemente vivía esperando, aguantando, e incluso preocupada por la vida de los demás; pero sin darme cuenta de que lo único que sucedía era que el tiempo pasaba y, poco a poco, yo me iba desdibujando más y más de la historia de mi propia vida. Recuerdo que durante muchos años tenía un pensamiento recurrente en la cabeza: Estoy desaprovechada.
Estando de baja, mientras me recuperaba, empecé a preguntarme si realmente comprarme una vivienda me ayudaría o si también era otro parche más al que me estaba agarrando. Porque el foco no estaba en mí, pero para nada. Como podrás imaginar, la respuesta no fue afirmativa. Incluso me pregunté: ¿Pero a cuento de qué quiero yo una casa? ¿Para qué? ¿Acaso es necesario?
En el fondo, yo llevaba mucho tiempo tratando de no lanzarme a la piscina, esforzándome por encajar en lo que se suponía que tenía que ser y esperando que algún día la felicidad llegara a mí. Pero la cosa no cuadraba. Era todo muy forzado. Y, por mi parte, aunque sentía que quería vivir diferente, tenía mucho pero mucho miedo a intentarlo y que no saliera bien, a perder mi única ilusión o que, a pesar de hacerlo, nada cambiara. Pero el miedo no podía continuar paralizándome. Bastante tiempo había perdido ya. No podía continuar con aquella mentira.
No era feliz y era algo evidente. Hasta mi cuerpo se había puesto en huelga. Si seguía malviviendo, tal vez, no duraría demasiado… Así que empecé a replantearme mi vida, mi situación… ¿Por qué yo no me merecía disfrutar de la vida? ¿Realmente aquello era lo que yo quería? ¿No me merecía pensar en mí? Y entonces, decidí que ya era hora de posicionarme en el centro, de pensar en mí, y convertirme en la protagonista de mi propia vida.
Y, con un miedo terrible, porque evidentemente no fue sencillo dar el paso… Y es que mucha gente que te quiere te intenta aconsejar pero claro, desde su perspectiva y con sus propios miedos… Así que tuve que hacer oídos sordos y simplemente empezar a investigar qué opciones tenía y cómo podría hacerlo. Por primera vez en mi vida iba a hacer: estaba dispuesta a vivir.
¿Cómo preparaste el viaje?
Primero tenía que saber hacia dónde iba, bueno, más bien: qué quería hacer. La idea era trabajar en mí y recuperar mi estabilidad emocional, así que busqué en internet algún programa para ello. De todas las opciones, encontré uno que a priori parecía un caramelito: El Hala. Justamente, habían abierto la convocatoria para la edición número 15, así que me apunté y pocos días más tarde me contactaron.
El programa se iniciaba en mayo, y como no quería esperar más; pues había llegado el momento de tomar las riendas, decidí pedir el alta médica a finales de diciembre, terminar de recuperarme en navidad y prepararme para emprender el vuelo en enero.
Encontré un voluntariado en India que me gustó, y pensé que, al ser profesora, era buena opción. Contacté con ellos y en dos semanas ya tenía todo listo para irme primero a la India (donde estaría dos meses), después volvería a España a coger las maletas y a ver a mis perros y, seguidamente, me iría al Hala15.
Una vez trazada la ruta, dejé la casa en la cual estaba viviendo de alquiler, me informé de las vacunas y esperé a que llegara la fecha en casa de mis padres. Sin embargo, una semana antes de irme hacia el voluntariado, la cosa se torció y decidí no participar.
Ahí, no sabía qué hacer. Ya tenía los billetes y algo dentro de mí me decía que tenía que ir sí o sí a la India, pero no sabía qué hacer… Ni tampoco era un país al cual jamás hubiera querido ir. Además, la gente me decía que era peligroso, así que estuve un par de días hecha un lío. Sin embargo, yo tenía claro que para mí lo más importante y arriesgado era seguir esperando a que la vida empezara.
Al final, decidí reinventar el plan y pasé de ser voluntaria a convertirme en turista. La idea era aterrizar en Delhi una semana y de ahí irme a un retiro de 21 días en Rishikesh. Al final, si era un viaje para mí, ¿porqué no iba a cuidarme y a darme el permiso de gastar también dinero en mí?
Evidentemente, esto fue el plan inicial, pero la vida… la vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas; y es que el voluntariado no salió, pero el Hala15 no era lo esperado… Si lo comparamos con un caramelo podríamos decir que era un caramelo, sí, ¡pero envenenado!
Un par de días antes de partir, preparé las maletas y ahí sí que me informé sobre el tipo de ropa que había que llevar. Iba a irme sola… Una cosa es querer vivir y otra muy distinta es estar sola. Además, investigando un poco encontré unos cuantos grupos tanto de facebook como de whatsapp de mochileros. Ahí hay información actualizada y siempre hay alguien dispuesto a echar una mano, cosa que me vino de perlas en más de una ocasión.
¿Cuáles fueron tus primeras etapas y experiencias?
Primero fui a la India. Aquí estuve en Dehli siete días y después me quedé en Rishikesh hasta la salida de mi vuelo. En Dehli traté de hacer turismo, pero sola no me sentía segura, así que gracias al grupo de WhatsApp de mochileros coincidí con otro viajero e hicimos piña.
Me alivió caminar con él. Desde el momento en el que nos juntamos, ya ningún Indio se me acercaba a intentar venderme nada o a pedirme dinero. Fue curioso porque parecía que no existía, pero en aquel contexto, lo agradecí.
Después, en Rishikesh, me apunté a un retiro inexistente y acabé participando en una formación ya empezada de yoga. Aquí, pude ver cómo el Yoga es un producto. Uno muy, pero que muy caro. El siguiente mes me dediqué a vivir y a observar lo que tenía a mi alrededor.
Al principio fue muy difícil, pues es muy fácil comparar realidades y juzgar sin saber. Pero poco a poco fui preguntando, y al saber empiezas a comprender.
¿Qué otras experiencias te llevaste de este viaje?
Este viaje no ha sido bonito, ni fácil. Ha estado lleno de momentos extraños. Incluso una vaca me atacó al cruzar la calle en India, y en Sri Lanka me rodearon unos hombres mientras estaba tomando el sol en la playa e intentaron que me fuera con ellos en una furgoneta. Viajar por Asia es peligroso, y más si eres confiada como yo y crees que todos somos iguales.
En Asia, el turista es una fuente de ingresos. Ellos tienen mucha pero mucha necesidad, y por mucho que tú quieras formar parte… No quiero generalizar, pero aunque yo me sentí parte una vez, al final me di cuenta de que jamás podría quitarme la etiqueta.
Este viaje ha estado lleno de dificultades y giros inesperados. Y es que nada, pero absolutamente nada de lo que planifiqué salió como había imaginado. Ni el Hala, ni la segunda vez que fui a la India, ni tampoco la tercera… Nada salió cómo planeé.
Esto me ha hecho abrirme a las posibilidades y, en algunas situaciones en las que me he tenido solo a mí, me he hecho más fuerte.
Más que experiencias, me llevo aprendizajes. Evidentemente estamos en continuo crecimiento y cambio, pero al fin he podido aprender quién soy y he visto muchas habilidades que tenía dormidas. Me he reconciliado conmigo, y ahora yo soy mi prioridad.
Háblanos un poco sobre esta historia de noviazgo con el chico que conociste en la India.
Estaba en Rishikesh, y me sentía una moneda. Todas las conversaciones que tenía a diario eran sobre lo mismo: querían saber cuánto dinero tenía y quién era yo. Además, de tratar de que les ayudara a salir de allí. En ese momento, me pregunté si todo el mundo sería igual, y una mañana me desperté pensando que tenía que abrirme Tinder.
No sabía ni si existía la aplicación allí, pero resultó que sí. Mi intención simplemente era hablar con alguien, así que di match a dos, y al final terminé quedando con uno. La primera vez que lo vi, ni me gustó. Pero, era agradable. No paraba de centrarse en mí. Ha sido la vez que más atención he recibido en toda mi vida. Se le veía interesado y, aunque era callado, hacía muchas preguntas.
Nos despedimos y pensé que jamás volvería a verlo, pues yo solo necesitaba en aquel entonces una buena conversación. Sin embargo, estuvo escribiéndome tres semanas a diario, y yo pasaba bastante; hasta que tuve un incidente en el hotel donde me alojaba y al día siguiente no quería quedarme ahí. Justo en ese momento me escribió él, e imagino que podríamos decir que tuvo suerte… La cuestión es que quedamos otra vez, y de nuevo, se le veía tan pero tan buena persona… Que incluso me pregunté qué me pasaba a mí, que estaba ignorando a alguien tan bueno como él.
Nos vimos varias veces más y, por decirlo de alguna manera, hubo magia entre los dos. La química era evidente y bueno, por qué no darme el permiso de vivir también de esta manera. Sin embargo, cuando volví a España, no dejaba de escribirme y de pedirme que volviera. Él pertenece a la casta alta, así que no trabaja y tiene mucho tiempo libre.
La atención era constante, y claro… Una quiere creer. Al final me creí todos sus planes a largo plazo, y terminé cambiando mi billete de avión para ir a verlo antes de irme a Filipinas. El plan era ir antes y, una vez terminado el programa, incluso me mudaría con él.
Volviste a la India, ¿cómo fue ese segundo viaje?
Estuve tres veces en la India. La segunda vez, no estuve en rishikesh, sino en Noida. Noida es un sitio que, si ves documentales de la India, jamás imaginarías que existe. Es como un conjunto de viviendas; ellos les llaman sectores, pero se parece más a los panales de las abejas, porque la gente que vive ahí no hace más que trabajar y trabajar buscando un futuro mejor (según lo que me comentaron personas de allí, a poder ser, fuera de la India).
Ahí viven en recintos vallados donde puedes encontrar de todo, hasta una pista de tenis. Tienen seguridad, y dependiendo del sector, pues es más lujoso y de mejor calidad, o no. Los edificios son enormes, y no hay color. Es todo como de cemento, y el polvo es lo único que hay alrededor. Me chocó mucho el contraste entre Rishikesh o Delhi y Noida. Evidentemente, ahí no hay turistas. ¿Para qué los iba a haber?
El turista quiere ver la fantasía, lo que se imagina que va a ver… En realidad, el progreso de otro país, no interesa. Ahí, como en cualquier sitio, hay productos y ellos te enseñan lo que tú quieres comprar.
A modo personal, en este segundo viaje, puedo decir que emocionalmente fue terrible. Me destrozó por dentro y me dejó en shock durante los siguientes meses. A día de hoy sigo sin comprender el porqué de que yo fuera a verlo de nuevo. Y es que, todo lo que habíamos hablado por teléfono, en cuando lo ví, no existía. Parecía que delante de mí tenía un extraño.
A día de hoy no sé quién es la persona que me cuido tanto y se preocupó por mí. Es más, realmente no entiendo ni qué buscaba ni por qué mantuvo la mentira una vez que me marché de India. Según me comentaron algunas mujeres indias, mantener una relación con una turista es un punto de la lista de deseos, de fetiches, de cualquier indio. Incluso las mujeres también sueñan con lo mismo. Claro, en ese sueño, tú no eres una persona… Simplemente una moneda o, en este caso, el objeto de deseo.
¿Qué consejos darías a aquellas/os que buscan un viaje espiritual en India?
Para empezar, me preguntaría por qué necesito ir a la India para conectar conmigo. Evidentemente, el contexto hace mucho, y es bueno conocer otros lugares, ¿pero realmente es necesario ir hasta ahí para eso? Eso sí, si tu corazón te dice que es momento de ir a la India, pues evidentemente el aprendizaje está asegurado, eso es así.
Tal vez no lo que tú esperes, pero sí lo que te toca vivir. En ese caso, me informaría de la zona donde quieres ir y JAMÁS reservaría nada online. Si vas a ir a la India, no vayas con prisas, así que antes de reservar, date una vuelta por la zona y conoce a las personas que llevan el programa (ya sea de yoga o meditación, en el caso de querer participar en una formación) o incluso en un Ashram.
¿Por qué? Pues porque no todos los sitios tienen sus fotos actualizadas ni tampoco las reseñas se ajustan con la realidad. Además, a cada persona le puede ir bien una cosa diferente, así que prueba antes una clase o dos y siente si es lo que tú necesitas. En este punto: ¡IMPORTANTE! No te creas que por que una persona tiene un turbante en la cabeza ya es un iluminado o tiene todas las respuestas.
Todos podemos ponernos en el papel de “salvador”. Pero recuerda: en la India hay mucha pero mucha necesidad, y esa necesidad no es espiritual, sino económica, así que para salvar a sus familias o simplemente poder comer, harán lo que tengan que hacer.
Hay mucho estafador y no tienes que ir pensando que todas las personas son buenas. Es más, como te metas en una clase y sigas ciegamente lo que te dicen sin escucharte… Capaz que lo que te encuentres en la india no sea espiritualidad, sino un cabestrillo.
Por ello, mi consejo es que te vayas preguntando a cada paso del camino si realmente lo que ves es la realidad, y que si eso te está ayudando a ti o no. Rishikesh, según me comentaron, es un punto energético en el que simplemente estando ahí, ya puedes trabajar tu espiritualidad.
Siéntate enfrente del Ganges y respira. Observa y, sin juzgar ni ser inocente, siente y analiza todo lo que la vida te puede dar. ¿Realmente necesito a un profesor para meditar o me basta con una esterilla? ¿Cuál es el verdadero objetivo de mi viaje? ¿Por qué quiero hacer yoga? ¿Necesito ir a la India? ¿Qué es el yoga?
Estas son preguntas que yo te recomiendo que te hagas antes de ir hacia allá. Tal vez puedas hacer una búsqueda previa antes de ir para allá. Será por libros.. Yo realicé mi formación como instructora de Yoga en un pueblo de Mallorca. Pero era una formación de nueve meses de estudio y de comprensión… Siempre pensé que no era válida porque no la hice en India, pero realmente crees que una formación de 30 o incluso 20 días va a ser mejor? Eso ya… depende de ti.
Además, el camino de la “espiritualidad” no es un camino de rosas. Es duro. Vas a ver tus miserias y vas a tener que gestionarlas TÚ. Así que también, no tengas prisa… No hay una fórmula secreta. Experimenta y prueba lo que sientas que necesitas. Solo tú sabes cuál es la respuesta.
Tus aventuras las reflejas en un podcast Mi viaje por Asia: 9 meses viajando sola, ¿cómo salió la idea de realizar este podcast?
Sí, este viaje ha dado para mucho, incluso para un Podcast. En realidad, jamás pensé que contaría mi historia, pero a la vuelta, sentía que tenía un nudo que no era capaz de digerir. El primer mes en Mallorca fue duro. Me sentía perdida, no estaba ni aquí ni allí.
Había sido demasiado… Todo por lo que había pasado se me hacía bola y quería encontrar la forma de soltar. Por ello, decidí que quería repasar el viaje y, tal vez así, cachito a cachito, sería más sencillo. Más que un podcast, compartir esta experiencia es un proceso terapéutico personal.
Por lo general, lo habría hecho en formato escrito, pero quería que fuera ágil y también me apetecía compartirlo con mis seres queridos y las personas que me han acompañado estos meses.
A priori, incluso pensé en grabarlo por WhatsApp y pasarselo a mis seres queridos, pero después pensé: ¡Qué diablos! Compartir es vivir, así que tal vez a alguien le interese mi historia o le pueda ayudar a prevenir según qué situaciones de las que tuve suerte de salir… No me quiero poner extremista, pero sí, tuve suerte en muchas veces de salir con vida. Estás en medio de la nada, y sola. Si te pasa algo, ¿a quién le importa salvo a ti?
En fin, la cuestión es que sorprendentemente, empecé a tener bastantes visitas y, la verdad es que, me siento orgullosa y contenta de haber tomado la decisión. Además, cada día disfruto más del proceso de edición… Me encanta. A veces me sorprendo hasta a mí misma al recordar todas las cosas que he pasado en este último año. Reconozco que en algunos momentos pienso: ¡Dios mío! No sé cómo estoy viva.