Aunque el cambio climático puede no ser la consideración principal para quienes contemplan mudarse al extranjero, sin duda influye en la vida en un país extranjero. Hoy en día, el impacto de las actividades humanas en el medio ambiente es demasiado significativo como para pasarlo por alto. Pero, ¿cómo se navega la vida diaria en medio de las interrupciones frecuentes causadas por el clima extremo? Este es el desafío al que se enfrentan los expatriados, experimentando los efectos crecientes del aumento de temperaturas junto a los residentes locales.
Adaptarse a las olas de calor como expatriado
El cambio climático se ha convertido en una realidad ineludible. Islas hundidas, sequías, inundaciones y olas de calor frecuentes son algunos de los fenómenos graves que se han vuelto cada vez más comunes. Si no fuera por su relación con el aumento de temperaturas, estos eventos podrían casi confundirse con atracciones turísticas. En Dubái, tanto expatriados como locales pueden dar fe de las duras realidades del cambio climático. De mayo a octubre, el emirato soporta un calor extremo. El sol implacable obliga a los residentes a refugiarse en ambientes con aire acondicionado. Las temperaturas regularmente superan los 40°C (104°F), y los índices de calor ascienden aún más, sobrepasando los 50°C (122°F) en días como el 17 de julio.
Vivir en una ciudad sofocante
¿Qué dicen los expatriados sobre Dubái, uno de los lugares más calurosos del mundo? Los residentes a largo plazo recuerdan una época, hace unos 50 años, cuando Dubái estaba casi desierto durante el pico del verano, una estación que dura más de seis meses. Hoy en día, sin embargo, Dubái está lleno de actividad durante todo el año. Para ofrecer algo de alivio del calor, en 2023 el gobierno introdujo 800 metros de "a", un concepto novedoso a nivel mundial, que rápidamente ganó popularidad. Por la noche, las temperaturas bajan a unos 30°C (86°F). Tanto locales como expatriados se reúnen con familiares y amigos, adaptándose a su nueva rutina: soportar las temperaturas diurnas abrasadoras a la espera del alivio nocturno junto al mar. Los turistas también han descubierto el encanto de nadar de noche.
Sin embargo, este alivio podría ser temporal. Se prevé que las temperaturas alcancen los 50°C (122°F). Esto plantea preguntas sobre la vida cotidiana. ¿Cuándo se debería dormir si la noche se convierte en un evento social? ¿Está el gobierno considerando un ajuste significativo en los horarios de trabajo en respuesta a estas condiciones?
En un desarrollo paralelo, en abril pasado Dubái fue golpeado por lluvias torrenciales, mientras que Europa, actualmente el continente que más rápido se calienta, experimentaba picos de temperatura sin precedentes. La situación es particularmente grave en España, muy valorada por los expatriados por su clima tradicionalmente soleado. Sin embargo, a medida que las temperaturas superan regularmente los 35°C (95°F), el placer inicial rápidamente da paso a la preocupación. España también enfrentó una ola de calor temprana en abril de 2023. Con el tiempo, los inmigrantes han observado el deterioro del paisaje español. El verano implacable en Europa, especialmente en España, a menudo supera los 45°C (113°F) y puede acercarse a los 50°C (122°F) en las regiones del sur.
Cambio climático e inundaciones frecuentes
¿Consideran los expatriados el clima de los países de acogida potenciales? Sí, particularmente si padecen alergias específicas o problemas de salud. Sin embargo, sus principales consideraciones suelen ser las oportunidades laborales y las condiciones generales de vida. A pesar del aumento de temperaturas, España sigue siendo un destino preferido por muchos expatriados. Estados Unidos también sigue atrayendo a estudiantes internacionales y profesionales, incluso en medio de eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes. Por ejemplo, el huracán Milton azotó Florida en la noche del 9 al 10 de octubre. El gobernador Ron DeSantis comentó que la situación podría haber sido mucho peor. Este evento siguió de cerca al huracán Helene, que había golpeado Florida y otras partes del sureste de Estados Unidos solo unos días antes. Además, en septiembre, el huracán Francine también había afectado el sur de Estados Unidos.
¿Cómo están enfrentando los expatriados los desafíos del calentamiento global?
¿Cómo se maneja la vida diaria cuando se ve afectada por el cambio climático? Los expatriados en España se están adaptando a la sequía y a las estrictas restricciones de agua. Este verano, Sevilla tomó medidas para reducir el turismo excesivo, una decisión que generó controversia ya que los residentes locales protestaron contra los costos que tienen que asumir por el uso excesivo de agua de los turistas. La escasez de agua, una consecuencia prominente del calentamiento global, afecta profundamente la vida diaria en España. Para combatir la escasez crónica de agua, España se ha comprometido a gastar 12 mil millones de euros para 2027.
Los impactos del calentamiento global se sienten en toda Europa. La Francia metropolitana, un centro para jubilados, estudiantes y profesionales extranjeros, sufrió recientemente grandes inundaciones el 17 y 18 de octubre, un evento que el primer ministro Michel Barnier describió como sin precedentes en 40 años. Estas inundaciones causaron cortes de energía, sumergieron negocios y hogares, y arrancaron techos de edificios, mientras que el sur de Francia, conocido por su atractivo, experimentó lluvias significativas. Los expatriados a largo plazo han observado un aumento en las inundaciones y sequías en la región. Al igual que España, Francia también enfrenta olas de calor; en el verano de 2023, 45 departamentos impusieron restricciones para regar jardines y llenar piscinas, amenazando con multas sustanciales, especialmente en el área de París y el sureste.
Consecuencias del cambio climático en la vida diaria de los expatriados
El cambio climático afecta significativamente la vida diaria de los expatriados, particularmente en lo que respecta a la vivienda, que es un factor crucial. Algunos expatriados están reconsiderando sus inversiones inmobiliarias después de enfrentar múltiples inundaciones, mientras que otros optan por mudarse a ciudades percibidas como más seguras. La sequía complica aún más la situación al comprometer las estructuras de los edificios. Al igual que los residentes locales, los expatriados están preocupados por su seguridad y el valor de sus propiedades, lo que a menudo lleva a un aumento vertiginoso en las primas de seguros y a la necesidad de reconstruir sus vidas.
La escasez de agua plantea otro desafío serio. En ciudades con restricciones estrictas de agua, los residentes se ven obligados a racionar meticulosamente su uso, contabilizando cada litro utilizado para ducharse, cocinar o limpiar.
El cambio climático impacta todos los aspectos de la vida. En España, por ejemplo, ir a la playa sigue siendo popular, pero no se sabe por cuánto tiempo más durará esta costumbre. En algunas áreas, la arena se está volviendo escasa, la temperatura del agua está aumentando y el sol es cada vez más abrasador. Al observar estos cambios, algunos turistas y residentes están comenzando a evitar los puntos turísticos tradicionales en favor de regiones más frescas en el norte. Este cambio requiere una reevaluación del modelo turístico de España, una tarea desalentadora dado que el turismo contribuye con más del 10% al PIB del país.
¿Irse o quedarse?
En las regiones gravemente afectadas por los cambios climáticos, los expatriados a menudo enfrentan la decisión de continuar viviendo bajo condiciones cada vez más desafiantes. Por un lado, algunos eligen quedarse por un sentido de solidaridad con los residentes locales. El desastre de Fukushima es un ejemplo conmovedor: muchos en Japón se sintieron abandonados por la rápida partida de los expatriados, notando especialmente la salida temprana de los ciudadanos franceses. El embajador de Francia en Japón informó que entre el 80 y el 90% de la comunidad francesa había abandonado el país, reduciendo su presencia de alrededor de 9,000 a solo 1,800 personas. Si bien estas reacciones humanas ante los desastres son comprensibles, surgieron preocupaciones sobre el impacto negativo potencial en la imagen de los expatriados debido a estas partidas.
Sin embargo, la situación ha evolucionado. Los extranjeros han regresado gradualmente a Japón, y el gobierno japonés ha abierto cada vez más sus puertas a la inmigración. Para 2024, la población extranjera en Japón ha crecido a 3.2 millones, aproximadamente el 2.6% de la población total, frente a menos de un millón (1.6%) en 2016. Este cambio resalta las decisiones y percepciones complejas en torno a las comunidades de expatriados frente a los desafíos globales.