Si vamos a realizar una expatriación controlada, consiente, voluntaria bien vale la pena tomar medidas y planificar el camino a emprender. Otro cuento es si tenemos que huir, salir corriendo, dejando todo y tomar la vía del exilio. Y si, por otro lado, contamos con los recursos económicos para salir como inversionistas, pues vamos ganando.
Primero que todo, debemos Informarnos sobre el país elegido, conocer aspectos fundamentales como estabilidad y seguridad jurídica, educación, salud, empleo, vivienda, seguridad pública, servicios, economía, transporte, clima, cultura, índices de criminalidad, costo de vida, etc.
Segundo, planificar, medir cada paso a dar. Respetar la legislación internacional, conocer los aspectos fundamentales sobre políticas migratorias; estar claros en que solo nosotros, somos los dueños de nuestros actos y debemos asumir las consecuencias de actuar de manera ilegal, de no prever lo fundamental como empleo, vivienda, alimentación, educación y satisfacción de todas las necesidades básicas.
Tercero, preparar toda la documentación obvia. Saber que existe un documento de identificación internacional fundamental, llamado Pasaporte, sin él, no se puede tener acceso a una visa. Otros documentos básicos son certificados de nacimiento, de matrimonio, divorcio, estudios, diplomas, todos debidamente apostillados.
Consultar ante los consulados u oficinas de representación del país al cual se quiere emigrar, cuáles son los requisitos para solicitar y adquirir la visa.
Respetar la legislación migratoria, solicitar la visa que aplica a nuestro caso, ya sea como estudiante, trabajador, inversionista, turista. Tomar la vía regular, es el canal para llegar a buen puerto. La ilegalidad, el soborno, la viveza, la trampa, solo llevan a multas, deportaciones, incluso a prisión.
Es mejor llegar con aire igualitario al país de acogida, dispuestos a aprender de la cultura, a compartir, a fusionarse. El aire pedante, altivo, espíritu de grandeza podemos dejarlo en casa.
Debemos manejar con prudencia los recursos económicos. Si estamos empezando de cero en otro país, la prudencia es el mejor aliado y más aún, si no se tiene un empleo al llegar; ahorrar, bajar el consumo, el lujo desmesurado, sobre todo en los inicios de nuestra expatriación. Nunca se puede pretender que podemos tener el mismo nivel de vida que teníamos en el país de origen.
Agradecimiento y amabilidad con el país anfitrión, respetar su cultura, su idiosincrasia, sus valores; dejar las críticas negativas, comentarios xenofóbicos en el silencio, de lo contrario es sembrar un aire conflictivo y desagradable para el mismo expatriado.
Reconocimiento y humildad, hoy en día, en la Aldea Global, cada país tiene personas preparadas, capaces. Si llegamos con aires de conquistadores y colonizadores nos podemos dar duro contra el muro. No pretender cambiar la cultura, los hábitos, respetar las tradiciones; se gana más, adaptándose a ellos, conciliando, fusionando conocimientos.
Auto gestión, capacidad para resolver, autonomía, no esperar que otra persona nos va a resolver la vida, nos va a conseguir visa, papeles, trabajo, casa, e incluso nos va a alimentar. La situación puede cambiar y debemos estar preparados para ello.