Hemos tenido la oportunidad de hablar con Noelia, psicóloga y expatriada en Alemania, sobre los desafíos mentales que supone vivir en el extranjero y queremos compartir algunas de sus reflexiones sobre el tema.
Hace unos diez años que trabajo como psicóloga y el 90% de mis clientes son expats. Españoles, latinoamericanos, incluso he trabajado con italianos, siempre hemos encontrado la manera de entendernos. Empecé mi carrera profesional como electrónica y trabajé unos años como programadora industrial.
Cuando llegué a Alemania quise cambiar de profesión y me licencié en psicología, durante el último año de carrera hice nueve meses de prácticas a tiempo completo en dos hospitales distintos de Berlín, en el Charité, en la planta de urgencias de trastornos de la personalidad y en el Vivantes Humbold, en el centro de día para depresión, fobias y trastorno bipolar. Ese tiempo me sirvió para comprobar que no quería continuar con una formación de psicoterapia porque no creía que mis cualidades personales fueran compatibles con lo que ese trabajo requiere, en cambio me decanté por el asesoramiento personal, estoy encantada con la decisión porque eso me permite ser más flexible y versátil con la formación adicional que he ido seleccionando.
La mayor parte de mis clientes han sido y son expatriados, de distintas nacionalidades. Como yo misma soy expatriada es fácil transmitir que entiendo por lo que mis clientes están pasando, yo misma he vivido situaciones similares a ellos. En muchas ocasiones el motivo de la consulta suele ser la punta del iceberg y a medida que el trabajo avanza descubrimos que el verdadero foco al que tenemos que prestar atención es otro muy distinto. Las razones son variadas; dudas en las relaciones de pareja, cuestiones profesionales y del entorno laboral, y por supuesto, la vida como extranjero.
Emigrar en sí mismo no suele ser una de las cuestiones principales que suelo trabajar porque en todos los casos el vivir fuera de España es solo la guinda del pastel, es decir, que el cambio de hábitos, de cultura y de entorno lo que hacen es potenciar cuestiones que ya nos preocupan con anterioridad en alguna medida. Emigrar es un acto de exposición personal y suele ser más fácil colocar la diana en el país de acogida que reconocer que la problemática ya la traíamos en la maleta. Aunque también es cierto que a veces la nueva cultura y el nuevo entorno social no nos lo ponen fácil.
Somos seres sociales y necesitamos de los otros para desarrollarnos plenamente, con el paso de los años como emigrante empezamos a cuestionar nuestra identidad como miembro del grupo. Seguimos sintiéndonos españoles?, o nos sentimos más “patrios" de la cultura de acogida?. Yo he decidido quedarme con lo mejor de los dos mundos porque no veo la necesidad de involucionar negando lo positivo que la cultura de acogida me ofrece. También es cierto que me produce mucho orgullo decir que soy española.
Las particularidades con las que se enfrenta un expatriado son varias, una de las primeras es el idioma, depende del dominio que se tenga de la lengua de acogida el proceso de integración comenzará de forma más fluida o puede convertirse en un lastre si nos cuesta hacernos con el idioma. La razón que te llevó a emigrar también es una variable importante a tener en cuenta. El amor suele motivar mucho al principio, las cuestiones profesionales suelen añadir mayor estrés, ponen a prueba nuestra autoestima y autocontrol. Emigrar por cuestiones de supervivencia es una situación muy distinta que requiere de un trabajo psicológico especializado.
La diferencia cultural entre el país de origen y el de acogida también es importante, no es lo mismo emigrar del sur de España a Suecia, que emigrar del sur de España al sur de Italia, el segundo supuesto tiene mas probabilidades de facilitar el proceso de integración, aunque no garantiza de este. Tener a la familia lejos también aporta su piedrita a la maleta del emigrante.
La resiliencia es un concepto que se ha puesto de moda hace unos años y sí, en cierta medida, con determinadas personas y en determinados contextos, se puede entrenar. Pero no creo que sea un concepto clave ligado al emigrante, en estos casos suele ser más efectivo reformular las razones del porque de su decisión de emigrar y de permanecer como emigrante y de revisar estas cuestiones con cierta periodicidad. En psicología no se pueden aislar conceptos para trabajarlos en exclusiva, por eso me gusta más personalizar el trabajo con cada cliente. Cada uno de ellos tiene un conjunto de necesidades únicas y unas condiciones particulares.