Xi Jinping está decidido a imponer su visión al mundo. Líder económico, político, diplomático o del futuro según Xi Jinping. ¿Utopía o proyecto realista? Todavía aislada del mundo con su política de "Covid cero", ¿tiene China los medios para alcanzar sus ambiciones?
Una arriesgada estrategia de "cero Covid"
China es uno de los pocos países que mantiene su estrategia de "cero Covid". Con una media de 34 contagios al día, y un 74,78% de su población totalmente vacunada a fecha de 18 de noviembre, China está lejos de experimentar un brote epidémico como el observado en Europa. Pero Xi Jinping tiene como objetivo los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín el próximo mes de febrero, con el objetivo de que el 80% de la población esté vacunada a finales de año. Tolerancia cero, por tanto, aunque suponga el cierre de distritos enteros. A principios de mes, 6 casos positivos provocaron el confinamiento de Hongfuyuan, un distrito de Pekín con más de 20.000 habitantes, durante dos semanas. El mes pasado se confinó la ciudad de Lanzhou y sus 4 millones de habitantes. Las restricciones se imponen a todos, incluso a los vacunados. En el noreste de China, la ciudad de Heihe está probando la "denuncia ciudadana", y promete 100.000 yuanes (unos 13.500 euros) a quien encuentre el origen de un brote local de COVID.
Sin embargo, la eficacia de las vacunas chinas aún está por determinar, sobre todo ante la virulencia de otras cepas de COVID, incluida la variante Delta, obviamente. Sin embargo, China sigue prohibiendo todas las vacunas extranjeras, prefiriendo desarrollar sus propias fórmulas, en particular, las nuevas vacunas de ARN mensajero. El país lleva casi dos años viviendo en una burbuja, y no parece querer cambiar su política a corto plazo. Este aislamiento voluntario es otra forma de Xi Jinping de imponerse internacionalmente. Mientras que otros Estados (Australia, Nueva Zelanda, Singapur...) han abandonado la estrategia de "Covid cero", China mantiene el rumbo. Los observadores dicen que es imposible dar marcha atrás. Xi Jinping quiere ser el más fuerte, frente a un Occidente que parece incapaz de controlar la pandemia. Los extranjeros, los inversores, los empresarios, los chinos y los estudiantes internacionales ven así cómo sus proyectos se caen por culpa de la política china.
¿Sigue siendo atractiva China?
Fronteras cerradas, vuelos internacionales casi inexistentes, cierres, cuarentenas, pruebas de PCR obligatorias incluso para las personas vacunadas, restricciones... Todas estas medidas provocan el declive de la economía china y de la moral de los expatriados. Cada vez más expatriados revisan sus planes de carrera. Las restricciones están acabando con los más resistentes. El 70% de las empresas miembros de la Cámara de Comercio Americana de Shanghái admiten que tienen dificultades para reclutar talento extranjero. Un talento que es esencial para el crecimiento. Para los observadores, China debe cambiar de rumbo o revisar sus ambiciones. El gobierno lo asume y lo machaca: será la primera potencia económica en 2049. La fecha no está elegida al azar. Corresponde al centenario de la toma de poder de los comunistas chinos. Es el único país que ha terminado el año con un aumento del 6% de las inversiones, es decir, más de 150.000 millones de dólares de capital. Muy rápidamente, vuelve a ser el primer proveedor mundial, especialmente de máscaras. Según el Ministerio de Comercio de Pekín, China exportó el año pasado 220.000 millones de máscaras, una media de 40 máscaras chinas por persona.
Pero estas cifras ocultan una salud económica precaria. Tras un primer trimestre prometedor (crecimiento del 18,3%), la economía del país está en declive: +7,9% en el segundo trimestre, +4,9% en el tercero. La culpa la tiene la importante escasez de electricidad que está frenando a las industrias. La producción de acero, cemento y aluminio, sectores clave de la economía china, se han visto afectados. El racionamiento impuesto por el gobierno no ayuda. La deuda del sector privado es del 127% del PIB, casi tanto como la de su rival estadounidense (125%). Pero la productividad china sigue siendo inferior a la de las grandes potencias. La economía se ralentiza. La inflación aumenta y el consumo de los hogares sigue siendo frágil.
Otro pilar amenazado: el inmobiliario. El sector, que representa nada menos que el 30% del PIB y el 20% de los empleos (incluida la venta de muebles), está sobreendeudado. Xi Jinping cuenta con los gigantes inmobiliarios para construir esta "nueva era", el punto culminante de su (y casi asegurado) tercer mandato. Es imposible que el gobierno no aborde la burbuja inmobiliaria, que ha sido la fuente de crecimiento durante más de 20 años.
Para muchos expatriados y futuros expatriados, la elección parece estar hecha: La propia China ha renunciado a su talento internacional. Los empresarios occidentales están levantando la bandera roja alegando que el cierre del país está matando el comercio internacional. Ker Gibbs y Alan Beebe, presidentes de las Cámaras de Comercio estadounidenses con sede en Pekín y Shanghai, han anunciado que dejarán sus cargos en los próximos meses. Para Ker Gibbs, la apertura al mundo es lo que ha permitido a China convertirse en una de las principales economías del mundo. Sin embargo, su política actual va en contra del libre flujo del comercio internacional. Gibbs observa un descenso en el número de expatriados y estudiantes en China. El país está perdiendo su atractivo. Estos temores se mantienen para 2022, ya que China sigue aferrada a su política de tolerancia cero. Los observadores advierten que el país se arriesga a pagar su política a largo plazo. Expertos en informática, investigadores, científicos, analistas, programadores informáticos... Los talentos de los sectores de alta tecnología ya se están marchando a otros países, o están renunciando a China.