Los expatriados de corta duración se trasladan al extranjero por varios motivos: estudios, trabajo, voluntariado, etc. Aunque crean que después de obtener el visado y el papeleo cuando lo necesiten, se acabó la burocracia, algunos países pueden exigirles que paguen impuestos. ¿Cuándo puede ocurrir eso?
Según la OCDE, un emigrante de corta duración es una persona que se desplaza a un país distinto al de su residencia habitual durante un periodo de al menos tres meses pero inferior a un año (12 meses), excepto en los casos en que el desplazamiento a ese país sea por motivos de ocio, vacaciones, visitas a amigos o familiares, negocios y médicos.
Impuesto sobre la renta para los expatriados que trabajan
En la mayoría de los países, los expatriados tendrán que pagar impuestos relacionados con el trabajo, independientemente de si son emigrantes de corta duración o no. Si van al Reino Unido sólo por un tiempo corto y con un propósito temporal, es posible que no se conviertan en residentes en el Reino Unido a efectos fiscales. Sin embargo, aunque no sean residentes en el Reino Unido, por lo general tendrán que pagar el impuesto sobre la renta del Reino Unido por los ingresos laborales que obtengan de un trabajo que realicen en el Reino Unido.
Es comprensible que uno se pregunte también: ¿por qué la empresa tiene que ocuparse de la fiscalidad de los empleados durante una misión en el extranjero? Al fin y al cabo, el empleado recibe básicamente un salario bruto y luego tiene que ocuparse él mismo de pagar los impuestos. Sin embargo, según Friederike Ruch, socia directora de Convinus Mobility Solutions, si el empleado es enviado al extranjero en nombre de la empresa, ésta debería implicarse y no dejarlo en manos del empleado.
En España, al igual que en el Reino Unido, las rentas del trabajo en cesiones temporales están sujetas a un tipo impositivo del 24% (19% para las personas físicas que tengan la condición de residentes fiscales en un país de la UE). Sin embargo, los expatriados pueden no tener que pagar impuestos de residencia si viven de 1 a 182 días en el país, lo que implica que son no residentes.
En China, un expatriado de corta duración tiene que pagar impuestos en función de la duración de su residencia en el país. Los expatriados no domiciliados en China disponen de un periodo de exención fiscal de 6 años, por lo que no tienen que pagar el IIT de la RPC sobre los ingresos no procedentes de la RPC, previa presentación de una declaración ante las autoridades fiscales de la RPC.
Investigar las condiciones fiscales
Cada expatriado debe comprobar hasta qué punto existen consecuencias fiscales en el país al que se traslada, ya que las normas pueden cambiar. Según Ruch, el factor decisivo a la hora de investigar es si se puede aplicar un convenio de doble imposición o no. Los acuerdos al respecto pueden darse, por ejemplo, en países de la UE o del Reino Unido, como indica la Comisión Europea. Si existe un convenio de doble imposición, es posible evitar la responsabilidad fiscal en el país de destino, y el salario sigue siendo imponible en el país de residencia del empleado. Sin embargo, esto se aplica siempre que el expatriado permanezca menos de 182 días en el país.
La mayoría de los países no tienen este tipo de acuerdo, y los expatriados tendrán que pagar impuestos sobre el empleo cuando trabajen en el país, independientemente de que sea un trabajo a distancia, por cuenta propia o no.
La regla de los 183 días
Si se aplica un convenio de doble imposición, esto conduce automáticamente a la revisión de la llamada "regla de los 183 días". Esta norma establece, básicamente, que los contribuyentes siguen estando sujetos a impuestos en el país de residencia si permanecen en el país de destino menos de 183 días, y no se les pagan costes salariales desde el país de destino, ni los soporta un establecimiento permanente en el país de destino. Si se cumplen las tres condiciones, la responsabilidad fiscal del trabajador se mantiene en el país de residencia.
Se podría llegar a la conclusión de que, en cualquier caso, se quiere evitar la responsabilidad fiscal del empleado en el país de destino para que no se produzcan costes fiscales adicionales y, además, no se produzcan tareas administrativas para el empleado en el país de destino o en el país de residencia. Sin embargo, se olvida la consideración fiscal a nivel de la empresa. Por lo tanto, por regla general, en los casos en que se intenta evitar la tributación a nivel del empleado, los riesgos fiscales a nivel de la empresa son mayores.