Antes eran colombianos hacia Venezuela, ahora es venezolanos hacia Colombia. Eran los años 70s y 80s, aquella que llamaban Venezuela Saudí. Parodiando un poco a la Arabia Saudita; cuando Arturo Uslar Pietri nos hablaba de sembrar el petróleo, bebíamos los mejores whisky, champagne, degustábamos caviar, quesos franceses viajábamos como jeques por el mundo entero, acuñamos una frase: “Ta´barato, dame dos”.
Era normal que estudiáramos en las mejores universidades del mundo, cambiábamos de auto todos los años, éramos exquisitos en el paladar y en el vestir, gracias a la gran influencia de los inmigrantes europeos, quienes llegaron después de la segunda guerra mundial. Venezuela les abrió sus puertas con mucha hospitalidad a españoles, italianos, portugueses, alemanes, judíos, sirios, quienes con mucha humildad lo único que hicieron fue trabajar y hacer empresa. Han sido el motor que generó ejemplo de pujanza.
Cuando entrabamos en territorio colombiano, cambiábamos en cualquier casa de cambio, nuestra moneda era fuerte y nos daban una cifra elevada de pesos por cada bolívar. Los colombianos, nos veían como gente con gran poder. Llegábamos a la frontera en nuestros autos de alta cilindrada, comprábamos hasta lo que no necesitábamos. Era rutinario ir los fines de semana de shopping a Miami, las Islas del Caribe; las novias compraban sus trajes en París, NY, Milán. Los venezolanos veíamos al colombiano con cierto desaire, porque otra verdad hay que decirla, en medio de esa bonanza petrolera, fueron muchos los humildes y trabajadores colombianos que tuvieron que emigrar a Venezuela, por la pobreza, la falta de empleo, la violencia; muchos vivían en la ilegalidad y la marginalidad, no hubo control de esa gran migración por parte del Estado. También hubo gente que llegó por la puerta grande, aportaron a la ciencia, a las universidades, al periodismo, como Gabriel García Marques, Jaime Henao Jaramillo, Cristóbal Navarrete Sánchez.
Ãltimos 17 años...la otra cara de la moneda. La tierra gira y en ese girar, la vida cambia, hoy la realidad es a la inversa. Los colombianos van a Venezuela con una moneda fuerte, todo les parece barato, Los venezolanos, más que salir de Venezuela, queremos huir. Huir ante el descalabro de su economía, ante la escasez, ante la violencia, ante la corrupción, y ante esa triste realidad? Colombia parece un paraíso.
A pesar de que Colombia, no concreta un acuerdo de la paz, a pesar de la infinidad de problemas, de la corrupción, del hambre, de la desigualdad, pero paradójicamente tiene seguridad jurídica para los inversionistas, y se ha fortalecido su economía, la inflación es mínima y el aparato productivo crece. ¿Quiénes han emigrado? Han salido empresas grandes, con capitales proporcionales a su poder económico, se han radicado en diversos países. A Colombia han llegado algunos. Muchos petroleros que fueron botados por la dictadura venezolana con fachada de democracia, encontraron espacio en la creciente industria petrolera Colombiana. Hay otros que con un pequeño capital llegaron con los mismos delirios de grandeza que les ha caracterizado, y se estrellaron. Otros que salieron un poco más tarde y perdieron hasta 2 tercios de su capital, siguen dando brazadas para sobrevivir. Hay otro grupo de gente joven, profesional, que han corrido con suerte y han conseguido instalarse muy bien. Hay otro grupo de gente que en su desesperación, han llegado sin pasaporte, o sin visa, sin recursos, y están a la deriva.
Otro grupo similar, está a punto de lanzarse a la aventura. El camino verde que antes era de Colombia hacia Venezuela, ahora es a la inversa. Hay otro grupo que anda igualmente desesperado, buscando en su árbol genealógico un pariente colombiano para hacerse a la nacionalidad. Se ven cientos de grupos de venezolanos en redes sociales, varios grupos en una misma ciudad, es muy difícil unirnos a todos en uno solo grupo, alguien emite una opinión y todos caemos en una discusión estéril, no hay sentido de compatriotas, de hermandad, de solidaridad, lo mismo que sucede con la oposición en Venezuela; lamentablemente dejamos al descubierto nuestro espíritu engreído, pedante, auto suficiente; incluso, lo reconocemos.
Creemos que aun existen territorios por descubrir, colonizar y no caemos en cuenta que en la aldea global, ya pocos territorios quedan vírgenes y prístinos. Nos cuesta entender que mientras Colombia era un virreinato, nosotros en Venezuela, éramos una capitanía. Una sugerencia para una feliz adaptación en país que nos acoge El asunto no es culparse, es estar consciente de que debemos cambiar de actitud. Ser humildes, amables, agradecidos, aceptar el país que nos acoge, aceptar su cultura en todo el sentido de su palabra, su forma de pensar, de hablar, su gastronomía, sus costumbres. Aplicar el sabio adagio que dice: Al pueblo que fueres, usad lo que vieres.
Bogotá Julio 2015
Nos esforzamos para que la información proporcionada sea precisa y actualizada. Sin embargo, si observas errores, no dudes en comunicárnoslo dejando un comentario abajo.