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Superar la desilusión en tu país de expatriado: ¡Aquí está nuestro consejo!

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Escrito porEloïse Adolpheel 14 Mayo 2020

Mudarse a un nuevo país por trabajo, estudios o simplemente por curiosidad es a menudo una aventura emocionante. Es el descubrimiento de un mundo completamente nuevo, con exposición a nuevas culturas y paisajes. A menudo, las primeras semanas de exploración son como un sueño. Pero desafortunadamente, la emoción puede disminuir tan rápido como surgió, lo que lleva a esa declaración bien específica: ¡esto no es lo que esperaba!

La decepción de tu país de acogida se puede percibir de varias maneras:

La necesidad de encajar

A pesar de tu bonne foi para aprender sobre la cultura y las tradiciones de tu país de acogida, puede ser difícil mantener tu propia cultura inalterada mientras te adaptas a una nueva. , especialmente si ambas culturas son opuestas. Por lo tanto, para encajar con los locales durante conversaciones, es posible que sientas la necesidad de mentir sobre tus valores.

Integración social

El mito de la integración social es real en algunos países y, por lo tanto, no debes descuidarte al mudarte a otro país. La consulta sobre tu nuevo país de residencia es obligatoria. En muchos casos, los expatriados no reflexionan sobre cuestiones como la raza y el idioma antes de mudarse a algunos países, donde un acento o un color de piel diferente, pueden conducir a situaciones incómodas. Luego se ven rápidamente atrapados en la realidad una vez que se instalan.

Comparaciones de estilo de vida

Siempre tendemos a comparar una cosa con otra, y este cambio en la vida, como expatriado, no es una excepción. Comparar tu estilo de vida social y profesional nativo puede hacerte sentir mucho más nostálgico. 

Estos pocos delirios enumerados no deben ser en modo alguno una barrera para tu felicidad.

Por lo tanto, para ayudarte a superar tus frustraciones y adaptarte a tu estado de expatriado, aquí hay algunos consejos de integración. 

Pónte en contacto con otros expatriados

Conectarte con otros expatriados, independientemente de si provienen de tu país de origen u otros, te ayudará a integrarte. Hablar sobre tus dudas te hará darte cuenta de que esta no es una situación singular. Esta red amigable actuará como un espacio seguro, donde podrás abrirte y aprender sobre las experiencias de tus compañeros. Siéntete libre de unirte a sociedades de expatriados en tu nuevo país, ya que a menudo organizan eventos que pueden ayudarte a mejorar tu círculo social.

Sal de tu zona de confort

¡Las experiencias locales son imprescindibles! Cada país es excepcionalmente hermoso, lo que debería motivarte a probar nuevas experiencias. Salir de tu zona de confort significa descubrir tu nuevo país como local, aprender sobre su cultura y comprender respetuosamente a su gente. Construir un sentido de pertenencia al país es la clave para la integración.

Construya su confianza en sí mismo

La vida en el extranjero puede ser ciertamente un camino difícil. Se necesitará mucha fuerza de voluntad para superar los tiempos difíciles. Por lo tanto, es importante desarrollar tu autoestima. Tendrás que dedicar algo de tiempo libre a desarrollar tu confianza en tí mismo. Se trata de aprender acerca de la aceptación, lo que significa que está bien sentirse exhausto de esta vida de expatriado. 

Por lo tanto, para lograr la paz interior, aquí hay algunas recomendaciones de libros: 

  1. The Emotionally Resilient Expat por Linda A. Janssen, 
  2. Third Culture Kids por David C. Pollock, Michael V. Pollock y Ruth E. Van Reken 
  3. Americanah por Chimamanda Ngozi Adichie.

Encuentra un pasatiempo 

La vida de expatriado puede ser tan abrumadora y estresante que puede hacer que te aísles. Es importante que encuentres un pasatiempo que ansíes. Clases de baile, clases de arte, natación, etc., lo que sea. Este tiempo personal debe ser tu escape de tu rutina diaria. También puede ayudarte a establecer vínculos con los locales.

A pesar de tus numerosos esfuerzos, la vida de expatriado en tu país anfitrión podría no funcionar. Si te sientes agotado emocionalmente por esforzarte demasiado, no eres bienvenido debido a problemas de integración social, o si te sientes inseguro física y emocionalmente, tal vez sea hora de que regreses a casa. Lo más importante, si tu voz interior te susurra que es hora de irse, confía en tu instinto. 

Se necesitan agallas para salir de tu país de origen, con tu familia y tu rutina, para comenzar desde cero en un país extranjero. 

La vida de expatriados nunca será fácil. Mudarse a un país diferente es un nuevo comienzo. Hay altibajos, pero también es una experiencia que cambia la vida. 

Vida de cada día
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Mauricio | Apasionado por escribir...

Comentarios

  • Sentilecto
    Sentilectohace 4 años(Modificado)
    Me ha gustado el artículo y entiendo que tiene cosas interesantes, que pueden ser de ayuda para quienes viven la experiencia de expatriación. Me gustaría compartir algunas reflexiones personales al respecto. Toda decisión de cambio implica un duelo. Incluso cuando nuestra decisión sea hacia una opción que consideramos como una ganancia o crecimiento, siempre hay un pérdida en todo cambio. La forma en que lidiamos con esa pérdida, puede ser una de las claves de nuestra adaptación en un nuevo entorno. En las expatriaciones, estamos frente a 4 escenarios posibles: 1.- Sintonía con la cultura nativa y la cultura receptora. 2.- Sintonía con la cultura nativa y desagrado con la cultura receptora. 3.- Desagrado con la cultura nativa y sintonía con la cultura receptora. 4.- Desagrado con ambas culturas, la nativa y la receptora. El caso 1 es ideal, porque estamos en armonía con el lugar que hemos dejado, pero a la vez sentimos afinidad con el nuevo destino. La nostalgia de lo que en cierta forma se ha perdido, se compensa con la afinidad con la nueva realidad. El caso 2 es uno de los más complicados para el expatriado. Al no sintonizar con la cultura de destino, entonces lo perdido cobra más entidad y puede transformarse en un elemento que magnifique el desacople. La nostalgia respecto de una cultura afín de origen puede conducir al fracaso de la expatriación cuando la experiencia en el destino no es satisfactoria. El caso 3 favorece la expatriación, porque mejora la estabilidad emocional en el destino. Sin embargo, no es la situación ideal porque nos guste o no, nuestra cultura nativa está arraigada en nuestras creencias, pensamientos y es parte de nuestras respuestas emocionales. El disgusto con eso que somos -aunque no queramos serlo- podría ser un contrapeso para nuestro desarrollo en el nuevo destino. El caso 4 nos transforma en marginales. No encontramos satisfacción -ni identificaciones- ni en el pasado ni en el presente. En este caso los esfuerzo de adaptación podrían frustrarse. Alguien en esta situación, tal vez es mejor que regrese a su origen porque si bien podría no tener una identificación con la cultura, es probable que tenga más redes de contención. Hay otro aspecto que creo que es muy importante cuando somos expatriados y que influye en nuestra adaptación. En la medida en que seamos rígidos y que supongamos que la forma de hacer las cosas, de relacionarnos, y el resto de los componentes de la cultura son los únicos admisibles, o los más lógicos, o los más humanos, o lo que fuere, mayores problemas de adaptación tendremos. Si nos despojamos de la creencia de que nuestros valores y nuestras costumbres son imbatibles y comprendemos que otros caminos también pueden ser válidos, entonces tendremos cierto sosiego emocional. A medida que tengamos juicios más rígidos con todo aquello que es diferente a nosotros, mayor dificultad tendremos en comprenderlo. En la medida en que abramos nuestro mundo emocional y nuestra tolerancia para lo diferente, nuestra experiencia en la expatriación podría ser mucho más amena. Si vemos a las culturas como una controversia, entonces buscaremos un ganador y un derrotado y eso podría acentuar nuestro disconfort. Si en cambio, vemos los aspectos culturales de los diferentes destinos como complementarios y no como adversarios, podremos transformarnos en personas más amplias y con mejor capacidad de adaptación. En definitiva, es la actitud que tengamos frente a la cultura del país que nos recibe un elemento absolutamente clave. Esto no quiere decir que nos transformemos en algo que no somos, sino que seamos algo que antes no éramos y que incluye lo que éramos más lo que estamos aprendiendo a ser. Hay un dicho popular que dice que para comprender tenemos que ponernos en los zapatos del otro. Bueno, es un poco difícil hacer eso si tenemos puestos los nuestros. Si todo lo referimos a comparaciones, limitamos la experiencia. Lo voy a poner en términos de la experiencia emocional. Si a una persona le enseñamos una muestra de color azul oscuro y le decimos califique su gusto por ese color de 1 a 10, pondrá su calificación. Supongamos que dice 6. Si en cambio, antes de mostrarle el color le preguntamos si prefiere los colores oscuros o claros, entonces luego va a decir -frente a la misma experiencia- 4 o 5 si prefiere los claros y 7 u 8 si dijo que prefería los oscuros. La afinidad y animosidad hacia algo hace que nuestra experiencia se modifique. Saquémonos nuestros zapatos y veamos qué tiene el otro en su cultura sin el filtro de lo que ya tenemos. En otras palabras, si nos esforzamos por controlar nuestros sesgos culturales, tendremos más apertura a lo diferente y migraremos desde la actitud del Juez a la del aprendiz. No quiero profundizar sobre otros aspectos de la expatriación porque es tan solo un comentario general, pero me gustaría comentar sobre otro aspecto relevante. En algunos destinos, a lo mejor mucha gente de ese lugar nunca vio ni volverá a ver, relacionarse o trabajar con alguien de nuestro país. Es posible que la opinión que tenga esa persona -luego de la experiencia- sobre nuestro país de origen, sea muy parecida a la que tiene sobre nosotros. Cuando estamos expatriados, todos somos embajadores del país donde hemos crecido. Es algo que puede darnos mucha fortaleza para transitar la experiencia satisfactoriamente. Somos la imagen de nuestro país para mucha gente que muy posiblemente no sabe ubicarlo en el mapa. A veces incluso, ni siquiera en el continente. En términos personales, creo que cada año que vivimos en el exterior -si es en otro idioma que el nativo más aún- crecemos el equivalente de 2 a 4 años que si nos hubiésemos quedado en nuestra casa. Por cierto, vivir por largos períodos -más de 2 años- en otros destinos es la via reggia para conocer cosas de nuestro país imposibles de ser observadas si vivimos siempre ahí, incluso cuando hayamos viajado mucho. Vivir en otro país no tiene absolutamente nada que ver con viajar como turista o por trabajo. Personalmente, he vivido expatriado en 5 países de 3 continentes, aunque ahora en España he venido a residir hace 5 años ya que soy español por mis abuelos. Solo en Argentina -donde nací- y en España, se habla castellano. Luego siempre estuve en países con otros idiomas.

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