Colombia no es un buen lugar para inversiones extranjeras, al menos si lo que se espera es sacar un rédito algo mayor que para poder sobrevivir. Las tasas impositivas son altas, y es un país burocrático, ineficiente, improductivo y poco responsable en cuanto a compromisos de todo tipo.
En mi caso particular, me trasladé a Colombia buscando una mejor proyección de futuro. En cuanto al empleo, me costó mucho vincularme en mi profesión de Ingeniero Biomédico Especialista, por lo que decidí invertir algunos capitales poniendo una empresa de Diseño y mantenimiento de Equipos Biomédicos. Esto con el fin de que resulte un auto-empleo al inicio y que luego pudiera convertirse en una Empresa más grande. La idea era contratar personal administrativo y técnico. Ahí comenzaron los problemas: la falta de controles regulatorios, la ineficiencia de la Administración Pública y los perjuicios que les ocasiona el escaso marco regulatorio a las Empresas hace que éstas sean insostenibles.
El INVIMA que es el vigilador de medicamentos, alimentos y equipos biomédicos es totalmente disfuncional y viven generando problemas inexistentes ante un supuesto control que tampoco se ejerce eficazmente. Administrativamente, no responden los requerimientos o lo hacen tarde por lo que no permiten comercializar los equipos por los que uno pide permiso. Eso genera grandes perjuicios a las empresas foráneas, pero también a las locales. Se vanaglorian de "digitalizar" trámites para los que no se tienen ni los recursos humanos ni la capacidad tecnológica necesaria. Las plataformas viven caídas y los servicios al usuario (o al ciudadano), cuando atienden, rara vez solucionan los requerimientos.
El marco jurídico es demasiado amplio, vago y contradictorio, por lo que uno pierde gran cantidad de tiempo en vanos reclamos que no le garantizan una solución. Existe una ley antitrámites, pero hasta para eso se requieren más trámites. Había una Ley de fomento de empleo que facilitaba las condiciones impositivas a empresasa que contrataran gente (sobre todo discapacitados) y resulta que de buenas a primeras esa ley quedó sin efecto y muchas empresas quedamos con la responsabilidad del personal y sin ningún respaldo.
Contratar a una persona en blanco aquí es complicado más por el marco regulatorio y normativo que por los posibles riesgos de reclamos gremiales. Además, hay una inmigración venezolana gigante y por eso la gran mayoría emplea en negro o contrata por Prestación de Servicios.
En cuanto a inversiones propiamente dichas, la idiosincrasia colombiana hace que los compromisos sean muy flexibles y si la situación lo amerita, incumplibles. No hay reglas de juego claras y las autoridades que deberían proteger al inversionista, no lo hacen, sobre todo si es extranjero. Nadie le garantiza el retorno que se comprometió en un inicio. Entonces ahí toca lidiar nuevamente con un sistema judicial corrupto.
En resumen, Colombia es como la tortuga en el poste: Nadie sabe cómo llegó ahi, pero así funciona. O bien se van a extinguir solos o están condenados al mercado interno. De puertas para adentro, sin inversiones internacionales.