Preséntate. ¿De dónde eres? ¿Cuánto hace que vives en tu nuevo país? ¿Cómo te ganas la vida?
Hola mi nombre es Vanina y soy de Buenos Aires, Argentina. Hace casi dos años y medio que estoy viviendo en Líbano. Actualmente soy voluntaria en ONG que se trabaja con la diáspora libanesa y de vez en cuando me dedico a bloggear un poco.
¿Por qué decidiste cambiar de país?
La decisión de conocer al Líbano en un principio fue como una asignatura pendiente. Dado que tengo ascendencia libanesa, visitar el país de los abuelos se había convertido en una de la gran meta. Luego de años de trabajar en la juventud libanesa de Argentina, tuve la oportunidad de visitarlo a través de una beca para aprender el idioma libanés. Poco antes de mi regreso conozco a un libanés que meses después se convirtió en mi marido, y bueno… me quedé.
¿Qué trámites y formalidades has tenido que hacer para instalarte?
Creo que el tema más complicado fue cuando decidí casarme. Tuve que ir a la Embajada Argentina a solicitar los distintos papeles y requisitos que me solicitaban para el casamiento. Una vez hecho eso, con mi pareja nos dirigimos a la Secretaría de Seguridad Libanesa para pedir autorización para casarnos. Sé que suena raro, pero es un procedimiento muy común cuando un libanés se casa con una extranjera. Es más que nada como para un chequeo de antecedentes. Cuando estuvo todo autorizado, pudimos registrar nuestro matrimonio y tramitar mi residencia como esposa de libanés.
¿Has tenido dificultades para adaptarte: la gastronomía, las costumbres, el clima...?
Por un lado sí y por otro no tanto. Dado que siempre me moví dentro de la comunidad libanesa, constantemente estuve en contacto con este tipo de cultura y sobre todo gastronomía. De todas maneras la manera en que se preparan los platos aquí es bastante diferente a la adaptación que se hizo en Argentina.
Con respecto a las costumbres, quizás hubieron gestos o expresiones que al principio me resultaban difíciles de asimilar o incluso comportamientos que son de todos los días pero que tienen su propia manera, desde cruzar una calle, llamar un taxi, pero obviamente después de un tiempo los incorporas y terminas siendo casi un libanés honorario.
El clima en Beirut es muy parecido a Bs As, quizás un poco más seco, excepto en verano. El verano pasado creí que me moría del calor. Es casi imposible no vivir con un aire acondicionado, y eso que soy muy friolenta.
¿Lo que más te sorprendió?
Si bien se habla del Líbano como un crisol de religiones y como conviven, quizás lo que más me sorprende es como esto se vuelve parte de la identidad del libanés. Desde las zonas en las que viven, los partidos políticos de los que forman parte, indumentaria, todo está basado en la religión. Tanto es así que el gobierno libanés no posee un registro civil de personas. Todos los registros se realizan a través de las iglesias o mezquitas, ya sea nacimientos, casamientos o defunciones. Honestamente me impacto cómo es que la religión es un gran porcentaje de la realidad diaria en Líbano.
¿Cómo has conseguido trabajo?
Actualmente no me encuentro trabajando. Sí colaboro como voluntaria con una institución que trabaja con la juventud libanesa y su diáspora sobre todo en Latinoamérica. Por el momento me estoy dedicando a continuar una carrera universitaria y a llevar un blog personal sobre mi experiencia y perspectiva de vivir en Líbano.
¿Es fácil hacer nuevos amigos? ¿Algún consejo?
Honestamente no tuve ningún inconveniente a la hora de hacer amigos. Quizás lo que veo que funciona en muchos casos es buscar grupos de Facebook de gente de tus mismos intereses o nacionalidad. Lo bueno es que en mi caso la mayoría de la gente aquí tiene el inglés como segundo idioma, lo cual me ha ayudado bastante a la hora de comunicarme con la gente.
Venga mójate: lo mejor y lo peor.
Lo mejor: la hospitalidad de la gente, sobre todo la gente de pueblo. Te emociona mucho como la gente se desvive por atenderte y hacerte sentir a gusto, aún más si saben de qué no sos de acá. Todos te tratan con mucho respeto pero a la vez con mucha familiaridad.
Lo peor: como dije anteriormente la religión es una parte importante de la identidad libanesa, hay veces que es un poco extraño ver cómo la gente pone los intereses de los líderes políticos/religiosos antes que los propios y como muchas veces esto es una razón para dividirse.
Un prejuicio que resultó totalmente equivocado.
Muchas veces la gente imagina que los países árabes son totalmente desérticos y que las mujeres tienen que adaptarse a ciertos estándares de vestimenta o comportamiento. En caso de Líbano este concepto es totalmente erróneo. La geografía del lugar es de montaña nevada y mar. Si bien hay un gran porcentaje de musulmanes, nunca me vi obligada a cambiar mi manera de vestirme ni comportarme. La vida nocturna es muy activa y la gente se comporta de la misma manera que en occidente.
¿Qué es lo que echas más de menos de tu país?
El asado. Extraño la calidad de la carne argentina. Creo que la nostalgia siempre empieza por el estómago. Obviamente extraño mi familia y amigos. Quizás de la gente lo que más extraños son los códigos y los argentinismos que usamos a la hora de hablar. Aunque debo confesar que mi marido habla español y le he contagiado un par.
¿Cómo es tu vida cotidiana?
La verdad muy tranquila. A pesar de que el Líbano tiene “fama” de ser un país políticamente inestable y bélico, honestamente por momentos me siento más segura que en Argentina. Nunca me ha tocado vivir ningún episodio violento de ningún tipo. Obviamente hay otras cosas con las que lidiar, como por ejemplo que acá existen cortes de luz programados de tres horas por día, con lo cual tenés que tener un generador de apoyo por las dudas. El tránsito es bastante intenso para un país tan chiquito, eso hace que te tengas que poner creativo a la hora de moverte ya que no hay grandes líneas de transporte masivo. Pero fuera de esto, es prácticamente muy parecida a la que llevaba en Argentina.
¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿Cuáles son las actividades más populares allí?
La verdad soy una persona que disfruta mucho de estar en casa, así que no salgo tanto. Si el clima está lindo generalmente salimos con mi marido a caminar o correr por la costanera de Beirut. Lo bueno de Líbano es que al ser chiquito podés recorrerlo enseguida. De vez en cuando hacemos alguna escapada al mar o ahora que es invierno y hay nieve a la montaña.
Sobre tu blog ¿qué te ha llevado a empezarlo? y ¿qué representa para ti escribirlo?
Siempre quise llevar un blog, incluso ya viviendo en Argentina. Una vez acá me di cuenta que la vida en Líbano tiene muchos personajes y experiencias que merecen ser contados. Por otro lado la gente tiene muchas ideas preformadas del Líbano, algunas para bien y otras no tanto, parte de lo que quiero hacer en mi blog es “desmitificar” muchos de estos conceptos.
¿Qué consejo le darías a aquellos que quieren instalarse allí?
Todo depende de en qué momento de su vida se encuentran y cuáles son sus perspectivas al venir. Yo vine sin ningún tipo de idea en la cabeza y terminé formando una familia. Creo que Líbano, y sobre todo Beirut, te pone a prueba constantemente y eso te lleva a conocerte más.
¿Con qué frecuencia te ves o comunicas con tu familia? ¿Qué medios de comunicación utilizas?
Hablo con mis padres todas las semanas. En principio lo hacíamos a través de Skype hasta que finalmente dejaron de resistirse y aprendieron a usar whastapp. Así que nos enviamos mensajes, mensajes de voz y llamadas.